Resumen
A partir de su independencia en 1818, el Chile republicano considera
como urgencia el incentivo de la educación para formar a los futuros ciudadanos. Los esfuerzos coloniales, dirigidos principalmente a los varones, se había visto afectados por la partida de la Compañía de Jesús en 1767. La situación cambiará a mediados del siglo XIX, al convertirse esta formación en una prioridad evidente, especialmente a partir del gobierno del presidente Manuel Bulnes, entre 1841 y 1851. En ese contexto se fundan, en 1842, la Universidad de Chile y la primera Escuela Normal de Preceptores (Pone de León, 2010).
Está última muestra pronto la necesidad de crear una femenina, paso que se da en 1854 gracias a la iniciativa del presidente Manuel Montt, quien ve en las religiosas del Sagrado Corazón, recién llegadas al país, como las más idóneas para dirigirla (de la Taille, 2012).
Encabezadas por la francesa Anna du Rousier, con una experiencia de treinta años en Francia, Italia y Estados Unidos, traen a Chile el sistema educativo de su congregación, fundada en 1800 por Sofía Barat, quien fue canonizada por la Iglesia Católica como Santa Magdalena Sofía, en 1925. Es un modelo reconocido en distintos países, con una enseñanza integral que transciende la mera instrucción. Su fundamento es la Ratio Studiorum jesuia, adaptada para las mujeres. Contempla la enseñanza en un mismo establecimiento a las alumnas internas, procedentes de la elite, y a las hijas de los sectores desfavorecidos, en la llamada "escuela externa".
La formación de las futuras maestras constituye para las religiosas un desafío novedoso, pues no forma parte del método implementado hasta el momento en otros países. Asimismo, implica una estrecha vinculación con las autoridades estatales, desde la situación inicial de precariedad hasta la aparición de los problemas contingentes propios del siglo. Esta tarea las obliga a involucrarse con las legislaciones educacionales y la situación política de país, cuando comienza la ola de secularización, convirtiéndose las religiosas en un blanco vulnerable en lo referente a los temas educacionales. Anna du Rousier no sólo se informa técnicamente en materias de enseñanza, sino que pasa a ser una autoridad y un referente en ese ámbito.
Es revelador que en Chile exista en 1854 la preocupación y la urgencia por implementar una Escuela Normal femenina, cuando en Francia y Estados Unidos, referentes en educación, dichos establecimientos están recién asentándose, y en España aún no existen oficialmente. El estado chileno, que desde la década de 1840 ha llevado a cabo una fuerte política de escolarización con un evidente afán de "civilizar (serrano, 1998:342),s e propone enmendar el camino de las futuras maestras. Clave son las intervenciones del argentino Domingo Faustino Sarmiento y de los hermanos Miguel Luis y Gregorio Víctor Amunátegui. Estos últimos, en su obra 1856 titulada De la Instrucción primaria en Chile: lo que es, lo que debería ser, apoyan la creación de una Escuela Normal de Preceptoras que a mucho atemoriza (Serrano 1998:352). Señalan que el provenir de la instrucción pública reposa en las escuelas normales y evidencian el "ningún fundamento de dichos temores" (Amunátegui y Amunátegui, 1856:177, 201)
En este contexto decimonónico, junto con la ola secularizadora que se avecina, las futuras maestras de la República formadas bajo rigurosos reglamentos y planes de estudios al alero de la Sociedad del Sagrado Corazón.
como urgencia el incentivo de la educación para formar a los futuros ciudadanos. Los esfuerzos coloniales, dirigidos principalmente a los varones, se había visto afectados por la partida de la Compañía de Jesús en 1767. La situación cambiará a mediados del siglo XIX, al convertirse esta formación en una prioridad evidente, especialmente a partir del gobierno del presidente Manuel Bulnes, entre 1841 y 1851. En ese contexto se fundan, en 1842, la Universidad de Chile y la primera Escuela Normal de Preceptores (Pone de León, 2010).
Está última muestra pronto la necesidad de crear una femenina, paso que se da en 1854 gracias a la iniciativa del presidente Manuel Montt, quien ve en las religiosas del Sagrado Corazón, recién llegadas al país, como las más idóneas para dirigirla (de la Taille, 2012).
Encabezadas por la francesa Anna du Rousier, con una experiencia de treinta años en Francia, Italia y Estados Unidos, traen a Chile el sistema educativo de su congregación, fundada en 1800 por Sofía Barat, quien fue canonizada por la Iglesia Católica como Santa Magdalena Sofía, en 1925. Es un modelo reconocido en distintos países, con una enseñanza integral que transciende la mera instrucción. Su fundamento es la Ratio Studiorum jesuia, adaptada para las mujeres. Contempla la enseñanza en un mismo establecimiento a las alumnas internas, procedentes de la elite, y a las hijas de los sectores desfavorecidos, en la llamada "escuela externa".
La formación de las futuras maestras constituye para las religiosas un desafío novedoso, pues no forma parte del método implementado hasta el momento en otros países. Asimismo, implica una estrecha vinculación con las autoridades estatales, desde la situación inicial de precariedad hasta la aparición de los problemas contingentes propios del siglo. Esta tarea las obliga a involucrarse con las legislaciones educacionales y la situación política de país, cuando comienza la ola de secularización, convirtiéndose las religiosas en un blanco vulnerable en lo referente a los temas educacionales. Anna du Rousier no sólo se informa técnicamente en materias de enseñanza, sino que pasa a ser una autoridad y un referente en ese ámbito.
Es revelador que en Chile exista en 1854 la preocupación y la urgencia por implementar una Escuela Normal femenina, cuando en Francia y Estados Unidos, referentes en educación, dichos establecimientos están recién asentándose, y en España aún no existen oficialmente. El estado chileno, que desde la década de 1840 ha llevado a cabo una fuerte política de escolarización con un evidente afán de "civilizar (serrano, 1998:342),s e propone enmendar el camino de las futuras maestras. Clave son las intervenciones del argentino Domingo Faustino Sarmiento y de los hermanos Miguel Luis y Gregorio Víctor Amunátegui. Estos últimos, en su obra 1856 titulada De la Instrucción primaria en Chile: lo que es, lo que debería ser, apoyan la creación de una Escuela Normal de Preceptoras que a mucho atemoriza (Serrano 1998:352). Señalan que el provenir de la instrucción pública reposa en las escuelas normales y evidencian el "ningún fundamento de dichos temores" (Amunátegui y Amunátegui, 1856:177, 201)
En este contexto decimonónico, junto con la ola secularizadora que se avecina, las futuras maestras de la República formadas bajo rigurosos reglamentos y planes de estudios al alero de la Sociedad del Sagrado Corazón.
Idioma original | Español (Chile) |
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Título de la publicación alojada | Educación Católica en Chile; perspectivas, tensiones y desafíos |
Editores | Patricia Imbarack |
Editorial | Ediciones UC |
Capítulo | 11 |
Páginas | 293-315 |
ISBN (versión impresa) | 9789561416246 , 9561416247 |
Estado | Publicada - 2015 |