Abstract
Es propio del hombre mantener una activa relación con su propia naturaleza gracias a su razón y por mediación de su libertad. En los seres carentes de razón no cabe hablar de una concordancia o conformidad ni de una disconformidad o discordancia con la propia naturaleza. Lo único operante es la naturaleza y el sujeto no puede adoptar distancia frente a ella. En el hombre, en cambio, si bien la naturaleza no es el único principio de su conducta, la rectitud de su conducta dependerá de su conformidad con la naturaleza. Pero, qué es la naturaleza? Sobre este concepto existe mucha variedad de interpretaciones, una gran oscuridad y no poca ambigüedad. Nuestro propósito no es iluminar este concepto en su devenir histórico —aunque será inevitable referirnos al distinto modo de concebir la naturaleza por parte de Aristóteles y de los modernos como Hobbes y Rousseau— sino de profundizar en la concepción clásica de la naturaleza como dotada de finalidad y de una intrínseca e inmanente teleología, esclarecer el criterio moral de actuar de acuerdo a lo que somos en la libre aceptación de nuestro ser, y mostrar su conexión, a través del despliegue de las virtudes, con el deber. Con ello, creemos que indirectamente contribuimos a unificar y establecer puentes en el panorama de una ética internamente desgarrada entre una moral de virtudes, del deber y de los bienes.
Original language | Spanish (Chile) |
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Pages (from-to) | 467-479. |
Journal | Sapientia |
Volume | LIII |
Issue number | 204 |
State | Published - 1998 |