Abstract
Las bienaventuranzas, las ocho maneras de ser felices, hieren, abren un profundo surco ... Las ideas comunes y triviales de felicidad se desmoronan. El efecto revolucionario y escandaloso de las bienaventuranzas siempre se ha hecho sentir. Todo depende de la actitud del sujeto: no basta sufrir, hay que comprender el sufrimiento y amarlo. Hay que poder llegar a decir con Bloy: «Todo lo que me ocurre es adorable». Las bienaventuranzas son recias y realistas, superan a las teorías y bellas palabras en torno a la felicidad, se abren a toda la realidad y piden una plena y total aceptación. Desde una perspectiva antropológica, la peculiaridad del hombre es que puede desconsiderarse a sí mismo y hasta cierto punto relativizarse. El animal ni se relativiza ni se absolutiza. El yo existe para abdicar de él, para amar, y mediante esa abdicación transformase en un yo más verdadero y personal, dispuesto a autodonarse. Es el lenguaje de los místicos: el alma que no está llena de amor muere de mala muerte. El amor, tanto el humano como a Dios, está demasiado inficionado de amor a sí mismo en los primeros estadios. Dios quiere que ese amor se
purifique de las adherencias que desdicen de su esencia y el 'cllismo se empeña en ese proceso porque quiere venir a habitar en nuestras almas.
purifique de las adherencias que desdicen de su esencia y el 'cllismo se empeña en ese proceso porque quiere venir a habitar en nuestras almas.
Original language | Spanish (Chile) |
---|---|
Pages (from-to) | 1093-1113 |
Journal | Scripta Theologica |
Volume | 25 |
State | Published - 1993 |